Leer y escribir*

leer y escribir

Tomo tu cuerpo entre mis manos; leo tu piel, mis dedos rozan las arrugas
Tomas mi cuerpo entre tus manos; lo recorres lentamente, escogiendo las
del tiempo; paso las páginas, encontrando anotaciones en todos lados, las páginas donde deseas escribir. Comienzas en mi boca, dejas la impresión
referencias del autor están a la vista. ¿A qué sabe un libro? Te pruebo, son
del deseo y la pasión. Escribes notas en mi cuello, analizas mi pecho que
todos los sabores y ninguno.
exaltado, pide a gritos que escribas en él.

Leer éste libro, me emociona. Cuenta su historia y penetra en mi cuerpo;
Te gusta marcar mi piel; tu pluma penetra mi hoja sintiendo su textura, el
murmura secretos en mi piel. Leo a hojas abiertas; el amor, el deseo brotan calor de las tintas fluye. El relato se está haciendo, se está plasmando; se
entre líneas. Invade mi mente. Llego al climax del relato, dos voces salen
escribe en mi cuerpo letra a letra. Escribes en mi porque sabes que la
del libro; extasiadas.
palabra escrita perdura; ahora, en esta hoja se encuentra…

Al cabo de un rato… retomo la lectura.
el diario de tus pasiones. 

 

*Participante en el

VIII diomedea

Treinta y seis

1, 2, 3 por mí…
y porque el desorden de los factores
alteren el producto

 

Un
aviso
de
la
naturaleza (padre, no puede ser madre, siendo tan misógina):
          ¡Canas! El reloj biológico sigue su marcha,
          ¿será la aparición de alguna sapiencia (creo, espero)?
Un
acertijo
neuronal:
          cansancio de pensar (lo impensable a veces),
          respuestas ignoradas de mi vida;
          las obtengo ¡Al fin!
          Recursividad. Surgen nuevas preguntas.
          Necedad. Debo (me obligo a) contestarlas.
Una
duda
pasional (¿amorosa?):
          ¿Amante? ¿amigo? ¿pareja?
          No ha llegado alguno, aún
          Certeza. Lo quiero todo (¿se puede?¿existe?).
Un
aprendizaje:
          No puedo tenerlo todo en la vida,
          al menos no al mismo tiempo,
          disfruta lo que tengas (y lo que haya que disfrutar).
Una
resolución (aguda, es más cerrada):
          leer, escribir y vivir (lo que haya que vivir),
          seguir a libro abierto, aprender (lo que haya que aprender)
          esperando (¿o buscando?) que las dudas neuronales y pasionales se resuelvan;
          entre chorros de tinta (¿o ahogada en teclas?).
Un
consuelo (¿será?):
          escuchar a Dios (cuando me conviene).
Una
de
muchas
conclusiones:
          en un año cambiamos y algunos quizá…
          lo hacemos para mejorar.
Un
          abrazo
                            amoroso
                                                   para
                                                                 Sayil

Murmullo


Si tú supi
eras lo bien que me siento cuando escucho tu voz. Esa lectura que diario me regalas  hace que pase de la emoción  del relato a un suave murmullo que me adormece, que me relaja, como si estuviera en casa, en el regazo de mi madre.

 

¿Sabes? Si mi madre hubiera aprendido a leer, le pediría que diario me leyera historias de elefantes intrépidos y valientes. Tu voz, me hace regresar a la historia, es de humanos, pero aún así… me gusta, me intriga.

 

Tú y yo aquí, en la soledad de la sabana, sólo el viento que a veces aleja el sonido melodioso que emana de tú boca.

 

Prométeme que un día… me enseñaras a leer.