Fea no soy, quizá tampoco muy bella, pero si de algo estoy segura es que… ¡No soy una calavera!
¿Por qué la necedad de ponerme tan horrible imagen? ¿Acaso no se les ha ocurrido pensar que soy un querubín? Sí un lindo y bello ángel. Que mi trabajo sea el de recoger las almas que abandonan el mundo de los vivos, no quiere decir que mi apariencia sea de cadáver recomido por los gusanos.
Se imaginan si fuera así de policromática, la espantada que les daría a todos esos pobres que pasan del estado sólido al etéreo. No es grato dejar el cuerpo y encontrarte con un esqueleto andante de vestiduras raídas. ¡Ah porque las vestiduras son otro tema! No visto de negro, ni me gusta el colorcito ese. Soy simple pero elegante, hay que recibir a las visitas con las mejores galas.
Hagamos un ejercicio. La próxima vez que piensen en mi, no lo hagan pensando en la calavera, imagínenme como un lindo “Miguel Angel” de la Capilla Sixtina.